martes, 20 de octubre de 2009

Días especiales

Un buen amigo me reflexionaba el otro día, como una idea recién sacada de una mañana resacosa de café y zumo de naranja, como habíamos saturado nuestra vida de días especiales hasta el punto que habíamos provocado que éstos dejaran de ser especiales. Quizá proceda de una mala interpretación de aquella canción de Serrat hasta el extremo de convertir lo que podía ser un gran día en un día común. Aquello de que algo deja de ser especial por perder la peculiaridad que le identificaba.
Me comentaba, como ejemplo, como para nuestras generaciones precedentes, un día de celebración ó la feria del pueblo, por ser días de fiesta escasos a lo largo de año, eran días realmente especiales y la ilusión y emoción que ellos ponían eran asimismo efectivamente especiales. Cabe preguntarse si esas sensaciones tienen cabida actualmente cada vez que salimos “de fiesta” y cómo cuando éstas llevan un tiempo sin producirse (tras el periodo de exámenes, cuando ha pasado gran tiempo sin ver a gente querida, etc.) se convierten en noches verdaderamente especiales.
No quiero decir con esto que haya que disfrutar menos de los días para conseguir días que podamos clasificar como especiales, ¡qué va!, yo soy el primero que intento seguir al pie de la letra el “hoy puede ser un gran día” de Serrat, simplemente me impresiona aquella antigua actitud en la que en ciertos días se entregaba todo y creo que deberíamos intentar sacar ese delirio cada vez que salimos de casa.

De Hábitats de secano


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